La
mayoría de las patologías respiratorias coinciden con la aparición de un mismo
síntoma, la disnea (la dificultad para respirar), es por ello que los fármacos
que se administran tengan como función principal el mejorar esa dificultad,
dilatando los bronquios, previniendo la aparición de nuevos episodios o
ayudando a mantener controlada la enfermedad.
El asma,
por ejemplo, es una enfermedad crónica, que no se cura, pero que se puede
mantener controlada. Es una inflamación crónica de las vía aérea.
Los
bronquios son los conductos que llevan el aire a los pulmones, en concreto a
las áreas pulmonares donde se realiza el intercambio de gases (bronquiolos y
alveolos).
Cuando el
asma está bajo control el aire circula con facilidad dentro y fuera de los
pulmones, a través de los bronquios.
En el
caso del asma estos bronquios están:
-Sensibles:
los bronquios a veces responden de forma exagerada a determinados alergenos
(polvo, polen, animales) o irritantes (humo de tabaco, contaminación
atmosférica, olores fuertes) ocluyéndose de forma brusca (broncoconstricción),
produciendo dificultad para respirar, tos, opresión en el pecho y sibilantes a
la auscultación (“pitos “).
-Inflamados:
la pared de los bronquios está engrosada, por lo que el espacio para la entrada
de aire es más estrecho. Esta alteración también provoca un aumento de las
secreciones.
Existen
dos grandes grupos de medicamentos para el asma:
- Antiinflamatorios: Son los más importantes, lo que hacen
es eliminar o mitigar la inflamación de los bronquios. Los más utilizados
dentro de ellos son los corticoides.
- Broncodilatadores: Actúan dilatando y abriendo el
bronquio. Los de acción corta se usan como medicación de “alivio” y los de
acción prolongada se utilizan de forma pautada junto con los corticoides.
También
son importantes las medidas de evitación a los alergenos (utilizar fundas
anti-ácaros, reducir la humedad, retirar alfombras y moquetas, evitar peluches
y libros en el dormitorio).
Otra
enfermedad muy común en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), una
inflamación crónica de las vías respiratorias que se caracteriza porque la
persona tiene una bronquitis crónica (inflamación de los bronquios) y presenta,
además, enfisema pulmonar (destrucción de los alvéolos pulmonares, y menor
capacidad para realizar el intercambio gaseoso). Con lo que los fármacos que
ayuden a mejorar esta inflamación de los bronquios o los que la prevengan serán
los más indicados para la EPOC.
Muchas de
las personas que padecen EPOC suelen ser mayores, con otras patologías de base,
con lo que puede ser que tomen varios fármacos de manera habitual. Tendremos
que tener en cuenta las interacciones posibles de los medicamentos y el buen
seguimiento del régimen terapéutico.
Personas
con procesos infecciosos como la neumonía, probablemente, también requerirán el
uso de estos fármacos, además de antibióticos para tratar la infección en sí.
En estos
casos, al igual que a las personas con EPOC, es de suma importancia tener en
cuenta si hay presencia de secreciones, por si hay que ayudar a eliminarlas:
aspirándolas, haciendo fisioterapia respiratoria, aumentando la ingesta de
líquidos para fluidificarlas más, etc.
También
deberemos tener en cuenta la oxigenoterapia que lleve la persona, muchos de
estos fármacos se administran por vía inhalatoria mediante aerosoles.